martes, 22 de agosto de 2017

NOCHES DE VIDA

NOCHES DE VIDA


Se había acercado a ella susurrando su nombre, como un tenue soplo de aire fresco. Durante mucho tiempo la busco, y esquivando su nombre, sus caricias y aprensiones, volvió a sus brazos como un venado herido. Goteando amor, derramando la esencia de la vida que decaía entre sus húmedas mejillas, cual lluvia de meteoros incandescente arreciaba desde el cielo. 

Nadie contrapuso la pureza de lo que ambos conformaban, tan solo eran seres más allá de toda comprensión. Como en una entelequia irredimible, puestos allí por lo que nadie asimilaba, comprendía o meramente, atinaba a prever. No eran mimos lo que su cuerpo reclamaba, ojala. Decía. Una y otra vez, a medida que los demás postergaban lo que otros a duras penas sorprendían entre esquinas. 

La misma indecencia que arrimo a su cuerpo la noche del suceso, eran manos subyacentes bajo las sabanas. Arrastrados al mundo de placer, el deseo ardiente de dos seres que no sorprendían a nadie. El beso, arrancado del infierno, la piel húmeda por la intrínseca sed de amor incondicional. No eran ellos, era el. Era ella, Eran dos, sin ser más de uno. Labios rotos, dedos quebrados, ansias de volar entre dos cuerpos unidos en un mismo destino. Nadie volvía, ellos mismos manaban por doquier, bebían de la fuente del otro, atrasando el final hasta que la bomba explotase en una nube de polvo artificial. Que poder, cuanto y tanto, entre tan poco.

Fueron dos durante toda la noche, uniéndose en uno. Buscando el camino. Tocando sus cuerpos, bebiéndose, Amándose. 

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